Actición® 21 – No se puede no motivar

Según la lógica clásica, la doble negación de una proposición equivale a la afirmación de dicha proposición. Por tanto, aplicando esta lógica al título de esta Actición®, es claro que podríamos cambiarlo por el de “Siempre estamos motivando”.

La acción de motivar, tiene dos direcciones, podemos dirigirla hacia nosotros mismos, sería entonces auto-motivación, o hacia otros. Cuando nos la aplicamos a nosotros mismos, la acción de motivarnos solo la entendemos en un sentido positivo. Aplicarnos motivación a nosotros mismos, significa dirigir nuestro anhelo al logro de alguna meta personal (puedes ver mi video sobre este asunto pinchando aquí). Es muy raro que conscientemente alguien se ejercite en un plan para darle sentido negativo.

Sin embargo, cuando la acción de motivar la realizamos sobre otras personas la cosa cambia. Aquí  sí es muy frecuente que el sentido de la respuesta que produzcamos pueda ser, con respecto a nuestros deseos, tanto positivo como negativo. La cosa es que, queramos o no, en la interacción con otros siempre estamos influyendo de alguna manera en su acción.

En el ámbito del ejercicio del Liderazgo de un equipo, las acciones del líder van a influir, enormemente,  en el sentido que den a sus acciones los miembros del equipo, sentido que puede ser desde muy positivo a muy negativo. Será más positivo cuanto más directamente estén esas acciones relacionadas con la consecución de los objetivos. Será más negativo cuanto más negativamente contribuyan a la consecución de los objetivos.

La cuestión es que la línea que separa la posibilidad de influir en alguien para que actúe con una determinada disposición o la contraria es muy tenue.

Muchos de los participantes que asisten a mis talleres Actición® Líder Coach, vienen con la intención de encontrar algún jarabe o fórmula que haga que sus colaboradores se hinchen de motivación cual globos aerostáticos. La mala noticia que les doy es que no existe tal jarabe. La buena es que es a partir del propio cambio que pueden facilitar y promover nuevas actitudes en sus colaboradores que contribuyan al logro de los objetivos.

A continuación tienes un pequeño ejemplo de una Actición® que trabajamos en nuestro Taller Actición® Líder Coach.

Pensemos, por ejemplo, en la capacidad que tiene el líder de aplicar o no empatía en las relaciones con los miembros de su equipo.

Los directivos deben saber hacia dónde van, pero deben también ser capaces de persuadir a los otros para que les sigan. La persuasión nunca es eficaz mediante amenazas o estratagemas irregulares, es, por el contrario, una función de la empatía. El directivo persuasivo comprende, considera las necesidades de los demás y se encuentra en mejor posición para resolver también las suyas propias.

Se trata de desarrollar una actitud empática que permita al Líder  mantener un alto nivel de conciencia sobre las necesidades de sus colaboradores y al mismo tiempo que se concentre en la necesidad de desarrollar los objetivos de su área de responsabilidad en la empresa.

Por tanto, la actitud a desarrollar tiene que ver con el convencimiento de que es más fácil que sus colaboradores encuentren satisfechas sus necesidades si encuentran oportunidades para ejercer el uso más alto de su potencial, ser altamente productivos, respetados, reconocidos y recompensados por su contribución. El ejecutivo que muestra un equilibrado interés, tanto por los cometidos y obligaciones como por las necesidades de la gente, producirá sinergia en el sistema y multiplicará los resultados.

El plan de acción consiguiente podemos establecerlo a partir de plantearnos algunas preguntas con respecto a la situación y necesidades del equipo, tanto a nivel individual como en conjunto:

  • ¿Conozco cuáles son las fortalezas de cada uno?
  • ¿Están realizando actividades muy por debajo de sus competencias o quizás por encima?
  • ¿Tienen elevados niveles de estrés derivados de problemas personales?
  • ¿Tengo identificadas claramente sus áreas de mejora?
  • ¿Hemos definido, conjuntamente, un plan para que desarrolle nuevas habilidades?
  • ¿Doy la suficiente autonomía?
  • ¿Facilito apoyo directivo o actitudinal según cada situación o circunstancia?

Encontrar las respuestas a estas preguntas requiere invertir un valioso tiempo que puede parecer que no tenemos, lo que está en juego bien merece el riesgo.

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