El muchacho de los cabellos verdes

El cine es una escuela inabarcable. Podemos encontrar lecciones acerca de todo lo que se nos ocurra. Ni que decirse tiene que, como en todas las escuelas, las lecciones reflejarán las ideas, los puntos de vista y los conocimientos de todos los que intervienen en la creación de las historias que se cuentan. En esta secuencia de la película de Joseph Losey “El muchacho de los cabellos verdes” (1948) se ilustra magistralmente la paradoja entre la tendencia cultural que tenemos la mayoría de nosotros a no aceptar la «diferencia» y  la necesidad que tenemos de aceptarla dado que todos somos diferentes. Pero no por el color de nuestro pelo,  no por el color de nuestra piel, sino que somos diferentes porque vemos y sentimos las cosas de forma diferente. Son estas diferencias las que hacen estimulantes nuestras vidas. Para manejar la diferencia lo primero es aceptarla.

Otra lección que nos deja este breve fragmento, es como aborda la joven maestra de la pequeña escuela, el conflicto que se genera entre los niños por la llegada de un nuevo alumno a clase. Siempre que llega un elemento nuevo a un grupo, se produce un cambio que, si no es debidamente administrado, puede producir efectos no deseados en el comportamiento de los demás. Si, además, el que llega tiene el pelo verde, la cosa puede ser traumática. Pues bien, nuestra maestra aborda el conflicto de la forma más sencilla posible, hace solo cinco preguntas. El detalle de preguntar antes que por el pelo rojo por el pelo verde es extraordinario. La situación que provocan las respuestas abre el camino para que los niños eliminen todos los prejuicios que se habían formado con respecto al muchacho del pelo verde.
Para gestionar conflictos es necesario aceptar la diferencia, pero no basta solo con eso, también hay que desarrollar la capacidad para manejarla.
Muchos fracasos en la dirección de equipos son consecuencia, precisamente, de estos dos elementos. Da igual la situación en la que se desenvuelva el equipo o el tipo de equipo que sea, donde haya un grupo de personas tratando de conseguir algo, siempre aparecerá el conflicto.
El conflictos, por tanto, es algo natural, algo que siempre se va producir. Podríamos decir que lo único que nunca cambia es que tras un conflicto siempre vendrá otro.
Pero no vale obviarlos o decir que el tiempo lo cura todo. La única opción válida es hacerles frente, reconocer que existe. Y siempre son expresiones de diferencias, se requiere, por tanto, poner de manifiesto las diferencias y sobre todo prácticar la comunicación empática o como aconseja Stephen R. Covey en su quinto hábito: primero entender para luego ser entendido. Así dicho, parece lo más fácil del mundo, pero llevarlo a la práctica no lo es tanto, más que nada porque solemos tener el hábito contrario, es decir, más interés en ser entendidos que en comprender a los demás.

2 comments

  1. AlfonsRR dice:

    Sensacional Vicente. De qué manera tan elegante se ACEPTA la diferencia, la singularidad, esa que SUMA y no resta.

  2. Javier Soler dice:

    Muy buena lección sobre como aceptar las diferencias con naturalidad y como manejarlas… gracias por estos emails que nos ayudan a reflexionar…
    Saludos,

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